Vivimos
en un mundo donde existe una dictadura de unos pocos grupos financieros, como
tienen claro los que más la padecen, los griegos, que dejan patente su opinión
y sus alternativas en este enlace:
En
la Comunidad Valenciana hay crisis, como en todas partes, pero aquí tiene
matices particulares porque partimos de una situación en la que nos creíamos lo
máximo del mundo mundial. http://www.youtube.com/watch?v=eH3Cq7lBpg0.
Por eso, a la hora de recortar, nuestros gobernantes han demostrado que son los mejores, y a la hora de sofocar las protestas, también
Es
el momento de hacer una pausa, reflexionar sobre lo ocurrido y traducir la
indignación en propuestas. A la enseñanza pública se le está aplicando el método
de la rana. Si a una rana se le tira a un recipiente de agua hirviendo saltará,
pero si se le tira a uno de agua fría y se va calentando poco a poco se cocerá
sin enterarse. Por eso es falso lo que dicen nuestros gobernantes de que los
únicos recortes han sido los de algunos complementos de profesores.
En los últimos
años nos hemos tragado 4 leyes educativas, hemos escolarizado al alumnado
extranjero (84 % el curso 2010) y al que presentaba necesidades educativas
especiales; y muy orgullosos de hacerlo. No nos ha dado miedo el esfuerzo suplementario
que suponía, no hemos protestado y, además, nuestros resultados no tienen nada
que envidiar a los de la concertada. Hemos padecido la disminución del 5% común a todos los funcionarios, congelación
del sueldo varias veces, y no hemos dicho nada, por el bien del país.
Sin embargo, en agradecimiento, la
administración nos ha obsequiado con:
- Disminución de programas de atención a la diversidad.
- Reducción de los grupos de soporte educativo y desdobles, que han afectado de forma especial a la formación profesional.
- Numerosos institutos y colegios en barracones, lo cual no impide anunciar a bombo y platillo antes de las elecciones la edificación de nuevos centros, siempre los mismos. CIEGSA, la empresa que los construye debe más de 2.250 millones de euros.
- Cesión de suelo público para colegios concertados, convirtiendo la educación en un negocio al servicio de una ideología y, por supuesto, de una religión.
- Retrasos en el pago a los centros que nos ha llevado a no poder hacer frente ni al recibo de la luz.
- Impago de las becas.
- Impago de los proyectos en los que se implican los IES, con mucho trabajo extra para el profesorado, y que utilizamos en beneficio del alumnado y del centro.
- Retrasos en las sustituciones del profesorado.
- Disminución de grupos en los IES y aumento de la ratio.
- Falta de grupos de FP. para la demanda existente.
Y lo que es
peor, esto no ha hecho más que empezar. Se anuncian nuevas medidas, como recortes salariales, aumento de las horas
impartidas por el profesorado, lo que supondrá más alumnado a su cargo y menos
posibilidades de atenderlos de forma individualizada, disminución de la
asignación a los centros, otra disminución de los grupos y un etc. que no nos
podemos ni imaginar. Todo ello sin olvidar que las familias de nuestro alumnado
son las que sufren las consecuencias de la Reforma Laboral y del paro, y eso también incide de forma negativa en la
enseñanza, ya que muchos, demasiados, no tienen ni para el mínimo material
escolar.
Mientras
tanto, antes y ahora, nuestros dirigentes, hablan de “calidad”, de que no hay
recortes, de proyectos rimbombantes sin financiación y confiando en el
voluntarismo del profesorado. Continúan con su vieja política de que si la
realidad no me favorece, me la invento, hago política virtual, y si los
incautos pican, que de eso se trata, pues mejor. Emplean argumentos que avergonzarían
a los niños de 12 años: el tú más, yo no he sido ha sido ese, etc. Digan la
verdad: en el mundo mandan cuatro bancos, cinco fondos de inversión y nuestros
dirigentes son sus lacayos fieles.
Es tiempo para
la rebelión dentro de las normas democráticas, que es lo poco que queda de democracia en esta
dictadura de los mercados, para protestar, lo más unidos posible el mayor
tiempo posible, cuanta más gente mejor. Debemos recordar viejas normas básicas
del sindicalismo: apoyarnos unos a otros en nuestra reivindicaciones, todos
estamos en el mismo barco, y los mercados desatan tormentas todos los días. Y
mientras peleamos por lo inmediato, movilizaciones, huelgas, hay que
desenterrar viejas utopías, porque la realidad ha vuelto a hacerlas válidas:
unión de los trabajadores de las naciones, una Unión Europea que se preocupe de
armonizar el estado de bienestar, control estatal de la banca, etc. Ánimo, que
estamos ante una carrera de fondo, y todos sabemos que estas carreras las ganan
quienes no pierden la confianza.
Ángel Ruiz Díaz
Ángel Ruiz Díaz
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